En 1922, en una ceremonia celebrada en Río de Janeiro, en el contexto del centenario de la independencia de Brasil, José Vasconcelos, entonces secretario de Educación del presidente Álvaro Obregón, entregó al pueblo y gobierno de ese país, como gesto de amistad, una estatua de Cuauhtémoc, a la que llamó “un trozo del corazón mismo de la patria mexicana”.
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