lunes, 25 de mayo de 2015

Ortiz Tejeda: Nosotros ya no somos los mismos

Cuando terminé de leer las explicaciones del señor senador Cordero sobre los móviles que lo llevaron a optar por asistir al Superbowl y guardar para mejor ocasión la breve, solemne, aburrida y prescindible sesión inaugural del segundo periodo de sesiones del tercer año de la 62 Legislatura, un cólico biliar me fulminó. ¿Recuerdan? “Con meses de anticipación reservé avión, hotel y boletos. Todo lo pagué con mi dinero”. O sea, pienso yo con la candidez propia de mi edad, ¿se refiere a una herencia anticipada, a los ahorritos del pródigo sexenio pasado en el que, en múltiples domicilios, laboró en el país de Jauja o, a los impuestillos que el SAT voluntariamente recolecta entre nosotros para que el senador no tenga que pagar a crédito sus antojos? Y luego la burla intolerable: “Me parece un exceso que los servidores públicos no podamos hacer una vida como la hacen TODOS los mexicanos”. Me preparé mi Tila Martini, resoplé fuerte (eso de re y de fuerte son licencias del lenguaje) y decidí aplicar dos máximas que todos conocen y que marcan las pautas comunales de comportamiento entre el populacho nacional: “el que se lleva se aguanta” y “chipote con sangre, sea chico o sea grande”.



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