Inmediatamente después del sismo de 1985 las investigadoras educativas Elsie Rockwell, Etelvina Sandoval, Eva Taboada, Marisela Márquez y Citlali Aguilar, que en ese momento trabajaban en el Departamento de Investigaciones Educativas del Cinvestav, se dieron a la tarea de indagar lo que había pasado en las escuelas que estaban funcionando a la hora del temblor, tanto las que se colapsaron como las que no, y con preocupación hacían la reflexión acerca de lo que habría ocurrido si el terremoto hubiera sido durante el horario escolar.
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