Mientras el presidente y sus súbditos priístas juegan nintendo presidencial, la población asiste al triste espectáculo del neotapadismo orquestado por los columnistas y locutores convertidos en visires por decreto del poder. De lo demás, digamos de la inflación que nos legara el doctor Carstens, o del virtual estancamiento de la producción, la inversión o el empleo, nadie hace caso.
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