Todo comenzó en una soleada tarde de julio de 2015, cuando José García, indocumentado mexicano, encontró una pistola cubierta por una manta abandonada en una banca de un céntrico jardín de la ciudad de San Francisco, California. El arma se disparó accidentalmente en el momento en que José la levantó. Para mala suerte de él, el proyectil rebotó en el pavimento e impactó a una turista que murió a los pocos minutos.
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