lunes, 11 de diciembre de 2017

Julio Hernández López: Astillero

Es un nuevo escenario. Pero no sólo porque ya están definidos los contendientes expresamente partidistas (López Obrador, Meade y, ahora, Ricardo Anaya, aunque todavía falten fases procesales para darlos como candidatos oficiales). Hay algo más importante que las personalidades de esos precandidatos “no independientes” y sus incidencias anecdóticas: con ellos tres se profundiza la desnaturalización de los proyectos partidistas e ideológicos originales de los que ahora se valen, se acelera el reclutamiento y rediseño absolutamente pragmático de las tropas políticas de cada cual y, aunque hoy las apariencias quisieran engañar, se garantiza la continuidad de un sistema político y económico que, estando justamente en uno de sus peores momentos, con una clamorosa exigencia social de cambios profundos, se apresta a cumplir un ritual más en urnas, a cuyo final no se vislumbra ninguna propuesta organizada más que para la cosmética y, si acaso, la alternancia, que no transición alguna.

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