Me atrevo a decir que la próxima elección presidencial es la que mayor incertidumbre ha generado en el último medio siglo, porque no hay un solo referente que se quede quieto. Los políticos brincan de una organización a otra como si trajeran hormigas en la falda, o el pantalón, y sus saltos contribuyen a la desorganización general. Los partidos se han convertido en piezas de utilería que ex militantes de todas partes pasean de izquierda a derecha y de derecha a izquierda frente a los medios, sin ton ni son, solamente en busca de acomodo. Mientras, el azoro de los ciudadanos crece día con día ante el desordenado espectáculo. La clase política, lo que proyecta ahora es una sólida complicidad para mantenerse en donde está, aunque le venda su alma al diablo.
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