El año pasado, John Kelly visitó Ciudad de México como secretario del Departamento de Seguridad Interior de Estados Unidos. En esa ocasión hizo una declaración que el primer mandatario de México y el titular de Relaciones Exteriores se tomaron en serio: los mexicanos, dijo Kelly, son bien recibidos y respetados en aquel país; no se les perseguirá porque son parte importante de la economía. Hace unos días ese mismo funcionario aseguró que no todos los mexicanos son malas personas, pero no cuentan con la suficiente preparación y educación para adaptarse a las costumbres de EU; no se integran bien, no tienen aptitudes. No está claro si su declaración es parte de la grosera estrategia ultranacionalista del presidente Trump o es producto de una lectura tardía del choque de civilizaciones de Samuel Huntington, para quien se corre el riesgo de crear un subgrupo de segunda clase en ese país, si la creciente migración de mexicanos no se asimila a la cultura sajona. Para no quedarse atrás, el propio Trump subrayó el dicho de su jefe de gabinete, calificando de animales a ciertos migrantes.
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