martes, 22 de mayo de 2018

Segundo round en el que la estrategia fue aplicar más golpes al contrincante

Apenas hace dos semanas, José Antonio Meade decidió vestir los colores del partido que lo hizo su abanderado a la Presidencia. Fue un pase que buscó dotar al candidato de una representación política verdadera. Pero Meade no entró a la sede del segundo debate acompañado del presidente del Partido Revolucionario Institucional. Lo hizo al lado de un hombre de camisa rosa, desfajado él. Y actuó en consecuencia: en el debate, frente a las cámaras, no puso en juego su representación política, esa a la que apelan ahora casa por casa los “priístas de corazón”.

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