En su afán de reconquistar la hegemonía global, y en particular de ahuyentar los capitales chinos de América Latina, su tradicional zona de influencia, el gobierno de Estados Unidos puso en marcha la Corporación Financiera de Desarrollo Internacional (DFC, por sus siglas en inglés) e impuso en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) a Mauricio Claver-Carone, un anticastrista de línea dura que se desempeñaba como asesor especial de Donald Trump en asuntos del hemisferio occidental en el Consejo de Seguridad Nacional.
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