De una manera innecesaria, ayer el Presidente de México se inmiscuyó desde su atril mediático mañanero en los muy difíciles terrenos de la candidatura de Félix Salgado Macedonio a gobernador de Guerrero. Pudo haber esgrimido, para no adentrarse en el tema, el explicable distanciamiento que Palacio Nacional debería tener respecto a los partidos, sus procesos internos y sus abanderados. Pero prefirió hacer una defensa de las encuestas de opinión y sus resultados, que en el caso en mención estarían avalando la postulación del senador guerrerense con licencia a pesar o por encima de las acusaciones de violaciones sexuales que se le han enderezado.
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