“¡Carajo! ¿Dónde puedo votar? ¡Ni un méndigo cartel que lo oriente a uno!”, estalló Luisa Velázquez, una sexagenaria de vida acomodada, después de dos horas de peregrinar por Coyoacán en busca de su sección. Un desafío a su paciencia, a su voluntad de votar, a su convicción de enjuiciar a los ex presidentes.
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