La hegemonía priísta, dada por sentada durante décadas en Chiapas, se quebró en una noche el Año Nuevo de 1994. La realidad era mucho más porosa, la complejidad de los pueblos indígenas resultó venir de lo profundo, tener gran diversidad y estar surcada por importantes tensiones históricas que, tras la ganada visibilidad en la agenda política, se volvieron de interés nacional. Grandes y terribles días se sucedieron en la siguiente década. Chiapas devino un ensayo del futuro en dos frentes opuestos. Los indígenas organizados, en rebeldía, en resistencia, o al menos en protesta contra el gobierno y el estado de cosas eran y son muy numerosos. Contra ellos, la militarización aguda, masiva para los estándares de hace 25 años, estableció una tierra de excepción en las montañas mayas de Chiapas.
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