A un mes de una histórica elección, la realidad política y económica va ajustándose, a tropezones y a veces con aturdimiento, a la nueva conformación de poderes que se derivó de una votación apabullante contra el sistema vigente y, en particular, contra la forma de gobernar (más bien, desgobernar) de Enrique Peña Nieto y su deplorable gabinete.
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