La pandemia cambió intempestivamente nuestra vidas; aquí en México y en medio mundo. Es una realidad dañina y, para evitar su propagación, se paraliza todo; se detienen las actividades cotidianas, la economía de los países, la educación de niños y de jóvenes, los negocios, la producción, el comercio. Algunos, quizá, superada la crisis, podrán retomar su vida habitual y muchos recuperarán lo que perdieron o lo que dejaron de ganar; pero otros muchos, los más, difícilmente podrán hacerlo. Ahora, la pandemia exige nuestro cuidado personal y nuestra solidaridad, pero también exigirá un gran esfuerzo posterior, encaminado a paliar los efectos en los más pobres, tendremos que recordar entonces los principios básicos de la justicia social.
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