El grave problema del pretendido “liderazgo global” de Estados Unidos con sus medidas para el cambio climático en casi un cuarto de siglo es la geopolitización de la “agenda verde”. Así, el Protocolo de Kyoto, firmado en 1997 por Clinton, con su vicepresidente fariseo Al Gore –que se ostenta como el supremo ambientalista de la Vía Láctea–, fue rechazado campantemente en marzo de 2001 por Baby Bush. Bill Clinton y Baby Bush se tiraron mutuamente la pelota del rechazo porque su aplicación le iba a costar a su país 4 millones de millones de dólares.
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