La COP26 hizo lo previsible: nada que celebrar. El mar puede esperar, el agua potable, también. Las inundaciones récord, las tormentas furiosas, el calor mortal, pueden esperar. La deforestación, también. La emisión de óxido nitroso proveniente del uso de los fertilizantes, no es tema; el metano procedente del ganado vacuno, los búfalos, las ovejas, las cabras y un largo etcétera, no está en su radar. La Amazonia está al borde de un “potencial punto de inflexión catastrófico”, dice un estudio de 200 científicos. Los “compromisos” hechos carecen de fechas y de mecanismos para su cumplimiento.
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