Desde el inicio de su mandato, AMLO introdujo una marcada preferencia en valores y prioridades distinta a lo anterior. La distancia se vio, de golpe, con el retorno a los clásicos principios de la diplomacia tradicional mexicana. La petición de reconocer errores y atropellos, cometidos en el pasado, fue solicitada, por carta y a pleno pulmón pero con resonancias y concordancia política. Las misivas las dirigió al Vaticano por los muchos dolores y muertes de naturales ocasionados por los curas y monjes de esa grey. La siguiente la dirigió al rey de España por las muchas tropelías genocidas a partir de la llamada conquista y seguidas durante el virreinato. Se obtuvieron respuestas a medias y titubeantes desde Roma. Nula palabra oficial desde la llamada madre patria.
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