Ante el impulso de la agroecología y la política gubernamental de eliminar plaguicidas en el campo, como el glifosato, los bioinsumos (desarrollados a partir de organismos como bacterias u hongos para el control de plagas) son una alternativa a esas sustancias, pero los productores enfrentan trabas para su uso. La ausencia de legislación específica provoca dificultades para la obtención de permisos y se les equipara con los químicos a pesar de ser naturales, lamenta Ignacio Simón, presidente de la Asociación Mexicana de Productores de Bioinsumos.
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