Toda una ironía que sea la central sindical estadunidense, AFL-CIO, representante de la mayoría de los trabajadores en ese país, la que haya tomado la iniciativa para interceder por los derechos de los mexicanos en la reunión de Peña Nieto con Obama, en Washington, DC. No fueron las centrales mexicanas oficiales, como el Congreso del Trabajo o la CTM las que hablaron en favor de sus representados; hace tiempo abdicaron a esa tarea, convirtiéndose en un aparato claramente contrario a los intereses de los trabajadores. Basta recordar el papel de la representación de la CTM ante la Comisión de Salarios Mínimos, oponiéndose a los incrementos reclamados por amplios sectores de la sociedad, o su complacencia para reducir la propiedad de los trabajadores en el Infonavit de 5 a 2 por ciento de sus salarios para fondear con sus recursos el seguro de desempleo, tema aún pendiente en el Senado.

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