The Economist creyó que el presidente Peña había abierto la puerta hacia el camino de un prolongado periodo de desarrollo con las “reformas estructurales”: vio the Mexican moment. No se percató de que, en efecto, se trataría de un momento en su sentido literal. Las aparentemente eufóricas élites extranjeras y mexicanas se desinflaron al ver que el moment duró un suspiro. La misma publicación dio rápidamente un giro y lanzó una áspera y enérgica puntilla al futuro del régimen del presidente Peña diciendo que EPN “no entiende que no entiende”. La ruda expresión significa que todo terminó para el burel. Según The Economist, el proyecto ha fenecido. Si no sabe que no entiende el problema que tiene enfrente, no hay nada qué hacer (desde Los Pinos).

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