No es difícil pronosticar, dados los modestísimos avances en la recolección de firmas, que no habrá candidatos independientes. En alemán existe una palabra que viene al caso: schadenfreude, que más o menos quiere decir alegría por el mal ajeno. En mis propias palabras, no lamento que no haya candidatos independientes, más bien lo celebro. Lo que sí lamento es que quienes se perfilan como candidatos de los partidos políticos o éstos como tales no inviten a votar, no con entusiasmo. Lo típico: unos sí pero otros no aunque sea por simpatías o antipatías personales.
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