Imposible ser ajeno a lo que acaba de ocurrir en el campo de la política del país. Un presidente que designa a su sucesor en la residencia oficial del Poder Ejecutivo federal. Un partido que, de la manera más lacayuna, se suma a la unción de alguien que no militaba en esa organización; algunos medios y editorialistas que califican al ungido casi como el Mesías que salvará al país de todos sus males. Un dinosaurio, líder de la bancada del PRI en el Senado (el señor Gamboa Patrón), que califica el encuentro del secretario de Gobernación (que luchaba por ser “el bueno”) con el elegido como una muestra de la “política fina que hacemos en el partido y donde no hay asperezas porque el proceso de selección ha sido muy limpio y transparente”. Una iniciativa privada que se suma incondicionalmente al dedazo porque el doctor Meade “es el más preparado” de todos los candidatos. Es “una nueva esperanza para México”, como lo calificó en este diario Heriberto Galindo, con lo cual nos dice que estamos en el peor de los mundos posibles y que antes hubo otras esperanzas que en eso quedaron. Legisladores del Partido Acción Nacional que se declaran simpatizantes del doctor. En fin, un elegido que llena de elogios al desprestigiado partido del cual no hacía parte y lo convierte en su candidato a la Presidencia de la República en 2018
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