viernes, 18 de octubre de 2019

Julio Hernández López: Astillero

Apenas el lunes recién pasado, el secretario federal de Seguridad, Alfonso Durazo, hablaba de una muy leve inflexión en el plano de la criminalidad nacional. Nada para celebrar, advertía el político sonorense. Virtualmente al mismo tiempo, en Aguililla, Michoacán, catorce policías eran emboscados y ejecutados, en un episodio aún confuso propiciado por la impericia (o algo más) del desgobierno estatal que encabeza Silvano Aureoles. Ahí se inició una escalada violenta cuyo siguiente paso fue el supuesto enfrentamiento en Tepochica, municipio de Iguala, donde catorce presuntos miembros de un grupo criminal fueron muertos al toparse (según la versión oficial) con militares de entre los cuales uno de ellos logró ultimar a los catorce hombres armados antes de caer muerto él mismo.

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