Habrá gobierno de coalición. El PSOE y Unidas Podemos se reconcilian. Era puerto de llegada para evitar la caída de Sánchez e Iglesias, cuestionados en sus organizaciones. El abrazo esconde debilidades. Presidente y vicepresidente. La sorpresa no lo es tanto. No tenían otra salida, salvo pacto contra natura, PSOE, PP y Ciudadanos, impensable en esta coyuntura, aunque muchos no pierden las esperanzas. Para avalar el acuerdo, se apela a una urgencia: frenar el auge de la extrema derecha. Vox y sus 52 diputados. Así, para garantizar políticas progresistas suscriben un acta de intenciones, cuyos enunciados genéricos conllevan a abrir diálogo con las fuerzas independentistas en Cataluña, ser más Europa, favorecer el empleo de calidad, articular una fiscalidad progresiva, luchar contra el cambio climático, favorecer a las pequeñas y medianas empresas, profundizar en las políticas de igualdad de género, revertir la despoblación de la España vaciada, mantener un equilibrio presupuestario y garantizar el acceso a los bienes culturales. Curiosamente se apela al “régimen del 78”, como parteaguas, aquel que aborrece Unidas Podemos para sellar la firma y abrir la negociación.
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