El cultivo de soya transgénica –en cuya siembra se riegan agrotóxicos– y las más de 400 granjas porcícolas han ocasionado en la península de Yucatán una contaminación del agua que “ha crecido de manera alarmante”. Esas actividades se establecieron sin consultar a las comunidades y han afectado fuentes de agua para el consumo humano.
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