A diferencia de la vulgar propaganda negra de los círculos superbélicos israelí-anglosajones que desean la tercera guerra mundial –quizá para pretender salir ilusamente de su grave crisis financierista que crearon–, el presidente Putin –quien se ha comportado con una enorme prudencia frente a la asfixia de la OTAN en las fronteras de Rusia, una superpotencia nuclear– envía señales inequívocas a Estados Unidos –mediante varias voces al más alto nivel oficioso con gran resonancia en Occidente, como Mijail Gorbachov e Igor Ivanov– de no cruzar el Rubicón que desembocaría en un Armagedón nuclear.
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