Los obstáculos inoculados a los intentos democratizadores del país han sido por demás efectivos. Uno a uno ha cumplido los fines para los que fueron diseñados. Ya sea que se refiera a las cuotas partidarias en la selección de los magistrados al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación o para mediatizar, anular o controlar a su gemelo, el ahora INE. En cuanto a otros instrumentos para ensanchar la ciudadanía, como el Ifai, padecen, cotidianamente, la cerrazón institucional para cumplimentar sus tareas de apertura informativa. Una revisión de tales instrumentos, todos vitales o consustanciales a una vida democrática pretendidamente en ascenso, revelan las numerosas trabas y peligros que encuentran en la ruta hacia su vigencia operativa. Trátese de una ley que aspira a regir, con espíritu libertario, la transparencia en la actuación de los servidores públicos; o sean las normas que regirán la rendición de cuentas de esos mismos actores para que puedan inspirar confianza en su desempeño.
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