La estrategia del presidente López Obrador respecto al coronavirus entró a partir de ayer a la fase de la comprobación práctica, entre enojos de sus adversarios partidistas y empresariales (a quienes han parecido tardías e insuficientes las medidas anunciadas en la conferencia mañanera de prensa y luego publicadas en el Diario Oficial de la Federación), y reacciones sociales divididas entre quienes coinciden con el diagnóstico crítico de los opositores al obradorismo y quienes, por su parte, defienden con ahínco el plan gubernamental federal, tanto en tiempos de aplicación como en capacidad técnica operativa.
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