Una de las primeras propuestas del presidente Biden es la urgente necesidad de una reforma migratoria que incluya el camino para que 11 millones de indocumentados regularicen su situación en Estados Unidos. En 2005 y en 2007 el liderazgo republicano en el Congreso, encabezado por el inefable senador Mitch McConnell, se encargó de coartar las aspiraciones de esos 11 millones cuando rechazó el proyecto que para reparar el desarticulado sistema presentaron Ted Kennedy y John McCain bajo los auspicios del presidente Obama. McConnell amenaza con coartarla nuevamente, echando mano de una regla conocida como filibuster, consistente en frenar, o para ser más precisos, boicotear la aprobación de una ley en tanto dos terceras partes del Senado la aprueba. Los demócratas necesitarían sumar a sus 50 parlamentarios por lo menos a 10 republicanos. De no lograrlo, Biden se verá obligado a que sus propuestas, la migratoria en primer lugar, surtan efecto mediante órdenes ejecutivas (decretos) que por su temporalidad no trascenderían cuando otro presidente las cambiara también.
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