Más que una líder sindical, Luz Elena Arellano Aguilar, de la CROM, parece una predicadora cuando pide a los trabajadores, reunidos muy de mañana en la plancha en el Zócalo, “mantener la fe y la esperanza” de que sus condiciones de vida habrán de mejorar. Dice cosas duras: que el salario mínimo es la nada y los desempleados millones, por ejemplo. “¡Bravooo!”, le gritan desde abajo, pero más como una manera de pedir que su discurso termine rápido que como un reconocimiento a sus palabras.
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