He oído alabar tanto las series de televisión ahora tan de moda, que por fin me puse a ver una de ellas, Mad men, y lo hice con toda constancia, hasta salir airoso de mi tarea tras recorrer una extensa galería de cerca de 200 capítulos, que significan unas 150 horas; algo para lo que se requiere espíritu atlético, pues se acabaron aquellos tiempos en que la tradición imponía esperar una próxima tanda para ver el siguiente episodio, como sigue ocurriendo con las telenovelas lacrimógenas, que pueden llegar a tener a alguien entretenido frente a la pantalla hasta un año entero.
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