La espera ha sido bamboleante y prolongada pero, finalmente, se oficializa el nombre del señalado por el gran dedo: José Antonio Meade K. La aventura especulativa del aparato completo de comunicación masiva arrojó su acabado producto al mercado electoral. Ahora el PRI tendrá, en fecha próxima, un candidato no propio a la Presidencia y, también, otros varios adoloridos, decepcionados o enojados. Esas son las reglas y las consecuencias de un juego que bien puede calificarse como antidemocrático, si no es que perverso. El tapadismo no sólo lo escenifican los políticos iniciados con férrea disciplina. También participan en la tómbola, con fruición casi insuperable, todo un universo de la élite mexicana: investigadores, empresarios, críticos de variada índole. Todos cercanos o coincidentes con el modelo vigente. El entrenamiento mental de los oficiantes ha sido todo un espectáculo bien arraigado entre los estelares que atiborran los medios informativos.
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