La primera impresión puede llevar a risa (o a una molestia relativamente pasajera): una orquestación de llamadas telefónicas pretendió alertar a poblanos acerca de las presuntas intenciones de Andrés Manuel López Obrador de entregar el petróleo mexicano a los rusos. Pero los mensajes de advertencia, que llegaron a celulares y a aparatos fijos desde números identificables, que a su vez no contestan llamadas, constituyen una temprana acometida de guerra propagandística que da una idea de las dimensiones de distorsión y ensuciamiento a que se llegará en el minado camino rumbo a la sucesión presidencial de este año.
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