Las reformas electorales se han convertido en algo parecido a un hábito pernicioso: después de cada ciclo electoral una reforma. Esto ha exasperado tanto a los académicos como a los funcionarios. Se han producido entre 1977 y 2014, once reformas en materia electoral, ocho fueron de amplio alcance que implicaron cambios constitucionales y nuevas leyes, mientras tres se focalizaron en aspectos puntuales de la legislación secundaria. Lo que ha sucedido es que después de cada proceso electoral se han constatado irregularidades y se han tratado de purgar con reformas, como si éstas tuvieran un poder mágico. Todos sabemos que mientras no haya voluntad política las leyes pueden ser torcidas y burladas.
de La Jornada: Política http://bit.ly/2x9iRzR
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