Al terminar el primer encuentro (llamado debate), entre los tres aspirantes a la presidencia del CEN del PRI se me antojó poner en práctica una argucia, estratagema, o simple divertimento que solía practicar en aquellos tiempos en que la oratoria, (el arte del bien hablar) era, ¡Quién lo creyera! Una de las más emocionantes actividades culturales de los jóvenes de aquellos tiempos idos. Qué tan idos no serán esos tiempos que, (¡Quién lo creyera! de nuevo), los jóvenes tenían un acervo lingüístico muy superior a los 200 vocablos, que, en promedio, constituyen el amplísimo repertorio con el que (¡quién lo creyera!, por última vez en esta cuartilla), se comunica la generación “Y” conocida también como: “millennial generation”.
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