Rosario Piedra deslizó discretamente la caja de cuero con la medalla de oro en su interior hacia su izquierda, donde estaba sentado el presidente Andrés Manuel López Obrador. Éste la tomó, la abrió, mostró su contenido al auditorio, luego la cerró con cuidado y la abrazó. Junto con la medalla recibió un desafío: encontrar las respuestas institucionales que los gobiernos anteriores nunca supieron dar al grito incesante de las madres y familiares de cientos de desaparecidos políticos del Comité Eureka: “¿Dónde están? Porque vivos se los llevaron…”
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