lunes, 27 de enero de 2020

Arturo Balderas Rodríguez: Desde el otro lado

A quien no conozca los intríngulis del sistema judicial estadunidense, le será muy difícil creer, por no decir entender, la parafernalia que se lleva a cabo en el pleno del Senado en torno al juicio contra Trump. Tan sólo para llegar a un acuerdo sobre las reglas, durante más de 12 horas seguidas los fiscales –integrados por el comité de representantes demócratas– las discutieron con los abogados de Trump. Las propuestas por el líder de la mayoría republicana ganaron por 53 votos de los republicanos por 47 de los demócratas. En la propuesta se descartó la posibilidad de llamar a declarar a testigos clave, entre ellos al jefe de gabinete del presidente, a su ex asesor en seguridad nacional y al titular del Departamento de Estado. Por su cercanía con el mandatario, la información que cada uno pudiera aportar es clave. También se desechó la petición de los fiscales para que la Casa Blanca entregara decenas de documentos en los que se da cuenta de la abierta participación de Trump en los delitos que se le imputan. La presentación de testigos y documentos que dejen comprobar la culpabilidad del acusado, o de ser el caso su exoneración, son esenciales. Su ausencia es una aberración, por lo que no se puede llamar juicio a ese ejercicio supuestamente legal. Fue natural que ante esa monstruosidad los demócratas calificaran a los senadores republicanos de “encubridores” del presidente Trump. Pese a los obstáculos a los fiscales, la comisión de representantes demócratas expuso con claridad y precisión las pruebas que demuestran la culpabilidad. Lo que era sabido de antemano es que los senadores republicanos y los abogados del mandatario negarían la validez de todas las pruebas que demuestran la culpabilidad de Trump, no obstante su contundencia. Los esfuerzos de los demócratas se estrellaron en la pared infranqueable que los republicanos han construido, con base en argucias y la repetición de argumentos que poco o nada tienen que ver con dicho juicio. Sin embargo, no han podido o querido demostrar que los delitos son falsos.

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