Si 2020 empezó con el mandatario brasileño Jair Bolsonaro respaldando el asesinato del general iraní Quasem Soleimani por órdenes directas del presidente estadunidense, Donald Trump, lo que siguió confirma algo que desde que el ultraderechista asumió la presidencia se hizo inmutable: su personalidad, en la cual destaca un permanente desequilibrio con actitudes de sus ministros que impulsan una rutina de desastres y ridiculeces.
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