La violencia extrema en comunidades indígenas de Guerrero y Chiapas sigue imparable, como lo documentan los centros de derechos humanos Tlachinollan y Fray Bartolomé de las Casas. Los pueblos sobreviven, además de al límite de la pobreza, bajo el yugo de la violencia caciquil, paramilitar, del narco y de los gobiernos en turno.
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