Más lamentable que el reciente fallecimiento del agudo pensador suizo Hans Kung (1928-2021) ha sido la pobre difusión mediática de su partida física y la mezquina reflexión en torno a su rica contribución a nutrir el pensamiento convencional, creyente o no, en torno al derecho a morir con dignidad, por propia mano o con ayuda, esa libre opción de la que aún no logran convencerse los seres humanos en situaciones límite, sea por obediencia, temor o ignorancia.
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