Con el proceso electoral como telón de fondo, y el consecuente maniqueísmo declarativo, mediático y en redes que las circunstancias alientan en los sectores más apasionados con las posiciones en juego (obradorismo y antiobradorismo), los problemas propicios para el atrincheramiento y la escisión se van multiplicando: la posibilidad de extender la estancia de Arturo Zaldívar al frente del Poder Judicial federal, la publicación en tarde de viernes del decreto que da el banderazo de salida a la pretensión de formar un padrón de usuarios de teléfonos móviles, la guerra política contra el grupo directivo del Instituto Nacional Electoral y la exigencia de restituir las candidaturas morenistas a dos gobiernos estatales, y los planes para el regreso a clases en semanas o meses próximos (aparte, desde luego, de la ya permanente discusión sobre la política sanitaria frente al Covid-19 y en específico sobre la adquisición y aplicación de las vacunas correspondientes).
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