En tiempos de pandemia no queda más remedio que abrirse al mundo sin prejuicios ideológicos o políticos y tomar la mano que se ofrece bondadosa. Lo otro sería equivalente a dejar desprotegidos a millones de personas. Hace unos días leía en The New York Times que “Brasil necesita vacunas y que China se beneficia”. Me pregunté por qué el pueblo brasileño –que ha padecido deficientes políticas sanitarias– no obtiene los beneficios de las vacunas producidas por China, mismas que han sido probadas en muchísimos países del mundo y con alta efectividad.
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