Tan pronto escuché el rumbar de la moto que diariamente acarrea el periódico hasta el quicio de mi puerta inicié, con todo cuidado, el estricto protocolo médico que se me ha impuesto para cuando me vea obligado a doblar mi cuerpo hacia adelante y levantar del suelo algún objeto (de no más de 250 gramos de peso).
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