Comenzaré esta reflexión señalando que, como un burdo retuit, ocho años después de que apareciera en un diario extranjero un infundio, carente del más mínimo sustento, se refriteó la calumnia, movida por quien ajeno totalmente a la grandeza de la política, que es servicio a causas superiores, no politiquería ruin, ataca cada vez que se acercan los periodos electorales, buscando notoriedad artificial. Yo no gasto en encuestas, campañas de difamación ni cortinas de humo. Prefiero el mundo de las ideas y las acciones animadas por valores. El vacío ético y la escualidez intelectual (enanismo mental) no merecen atención alguna, pero no podía dejar de responder a la injuria y la diatriba. Mienten, golpean y pretenden denigrar, pero ante sus limitaciones congénitas sólo alcanzan a exhibir su bajeza moral y su estrechez de miras.
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