Para contrarrestar, me siento obligado a recordar, antes que nada, a tres distinguidos españoles que me dejaron un excelente sabor de boca y confirmaban aquel aserto de una muy querida tía de que “también hay españoles buenos”. En primer lugar, a José Gaos, mi verdadero maestro, y también a José Miranda, acucioso y ecuánime estudioso de nuestra época colonial. Pero, asimismo, recuerdo a Mateo Tuñón, abuelo de mi hijo, quien fue muy vituperado por su entorno…
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