A un kilómetro de distancia del hospital Materno Infantil de Cuajimalpa sólo se escuchó “un estruendo, se cimbró todo como si fuera un temblor y tronaron los vidrios de las ventanas. Empezó a oler a humo y después se escucharon las sirenas”, relató don Germán Ramírez, quien vive a un costado de la carretera México-Toluca en Contadero.
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