En tiempos del México de hoy es válido decir que el inicio de un nuevo año, desde épocas postrevolucionarias, nunca había sido dominado por un sentimiento de desencanto y confusión como el actual. Fueron primero 12 años de frivolidad y desatino con Fox y Calderón, seguidos de los dos primeros de EPN de equívocas ilusiones y los siguientes tres de advertir que las esperanzas por el México anhelado se escurrían por una grieta. Así estamos llegando a un posible sumidero. Es imperativo detener la caída y salir de esa inercia. Es posible imaginar el siguiente semestre, pero, ¿y después?
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