No es secreto que la aceleración del juicio del ex presidente Lula en la segunda instancia del Poder Judicial es carta marcada. No es señal de celeridad judicial y, menos aún, de normalidad jurídica o de juicio justo. Es fraude bruto, es mero juego de apariencias del régimen de excepción para asegurar la continuidad del golpe y de la agenda de retrocesos.
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