Desde la mirada del veterano luchador e intelectual Pablo González Casanova, lo sucedido ayer en la sede del Sindicato Mexicano de Electricistas, donde delegados del Concejo Indígena de Gobierno (CIG) y de decenas de sindicatos y cooperativas independientes empezaron a explorar nuevas formas de aliarse para “romper las fronteras artificiales creadas entre los trabajadores del campo y de las ciudades”, puede cuajar en “un verdadero proyecto de organización del poder y del trabajo que defienda en democracia al ser humano y a la democracia”.
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